Al lector cándido: advertencias para la reescritura digital de textos vivos

Llegar a la referencia exacta de una fuente citada a pie de página nunca ha sido tarea inmediata. Si bien cada nota al margen de un texto ha sido desde la aparición de la imprenta aquel valioso espacio que se sale del cuerpo del texto para profundizar sobre un tema, es verdad que a veces necesitamos mucha suerte y tiempo para encontrar esas referencias a las fuentes que allí se citan. Muchas veces, esos textos que sirven de autoridad sobre un tema han sido reproducidos una y otra vez a lo largo del tiempo, no solo a través de formas de citación que han ido cambiando, sino también a través de muy diferentes ediciones de una misma fuente, y por eso terminamos llegando recurrentemente a lugares diferentes de los que son referenciados. ¿Qué tanto cambia el contenido de una obra a lo largo de sus múltiples ediciones? ¿cómo cambia esto al usar ediciones digitales de fuentes históricas? ¿qué sorpresas nos encontramos al cotejar las ediciones de nuestras bibliotecas por aquellas digitalizadas?

Timeline de las ediciones en nuestra pizarra de trabajo, © Pilar Mejía.

Para los que trabajamos con textos publicados durante la temprana edad moderna, hacer uso de ediciones digitales significa dar un pequeño y al mismo tiempo gran salto en nuestras prácticas de citación. Más allá de la cita erudita inaccesible, las ediciones digitales nos permiten ofrecer y explorar de forma inmediata la fuente primaria que estamos citando y publicando en open access. Pero, ¿qué pasa si nos damos cuenta que la referencia a una obra impresa, que tenemos a mano, es diferente en la edición digital que ahora queremos usar para nuestras nuevas publicaciones? Es claro que no solamente las páginas, las divisiones del texto y el formato iban cambiando de edición a edición a lo largo del tiempo; poco a poco nos empezamos a dar cuenta de diferentes tipos de variaciones que ocurrían sobre un tema específico a lo largo de diferentes ediciones de una misma obra. ¿Estamos acaso frente a una serie de “textos vivos”, cuya vida y transformaciones iremos encontrando a medida en que exploramos las diferencias entre las ediciones usadas? Este artículo habla sobre las transformaciones de la escritura al usar pies de páginas vinculados a fuentes digitales, las posibilidades que nos brindan las ediciones digitales para la construcción de una plataforma de búsquedas de un diccionario y los pequeños hallazgos que hemos empezado a encontrar sobre la vida misma de las fuentes históricas a través de sus ediciones.

El Diccionario DCH en otros lenguajes

Cuando decidimos empezar a construir una plataforma digital para hacer búsquedas transversales a lo largo de las 120 entradas que componen el Diccionario DCH, sabíamos que la relación entre los artículos escritos y nuestro corpus de fuentes primarias debería ser más interactiva. Desarrollamos un flujo de trabajo para digitalizar y transformar los textos del Diccionario publicados en SSRN (Social Science Research Network) en un lenguaje que permitiera explorar la información contenida en cada entrada del diccionario, entre las diferentes entradas y en relación a sus fuentes primarias.

“Diccionario Histórico de Derecho Canónico en Hispanoamérica y Filipinas” (DCH) – Plataforma en construcción.

Ya sabemos que muchos documentos en línea son el resultado de escanear y convertir los textos en imágenes (.jpg, .png, .pdf) y que se necesita de técnicas digitales como el OCR para transformar estas imágenes de nuevo en texto para ser usados. También sabemos que la mera búsqueda de palabras en un texto no es suficiente para establecer interrelaciones más complejas en una investigación. Así, para analizar la relación de determinadas palabras y/o referencias bibliográficas entre distintos textos, es necesario “escribir” cada texto de otra manera, utilizando lenguajes de programación adecuados. Para poder usar los textos más allá de su lectura, ha sido necesario escribirlos en el lenguaje de programación llamado TEI (Text Encoding Initiative).  Este lenguaje, a diferencia de otras formas de publicación de textos en internet, puede garantizar una mayor durabilidad como publicación digital. Muchos textos publicados en línea se pierden y desaparecen en poco tiempo, y en el caso de los textos académicos, esta vida útil es aún más corta. Asimismo, este lenguaje resulta de fácil mantenimiento para la actualización de los textos, que, como veremos, es uno de los desafíos de un proyecto que lidia con diferentes versiones de las obras. Sin embargo, la actualización no se refiere solo al contenido de los artículos en sí mismos, sino también a la actualización o, mejor dicho, al seguimiento de todos los cambios, así como de toda la información relacionada con los textos; en otras palabras, los metadatos, que también son fuentes importantes para la investigación.

TEI es un lenguaje que no requiere programas o licencias específicas para ser leído, lo que permite que sus archivos puedan abrirse en los navegadores que utilizamos desde nuestros ordenadores personales, sin tener que abrir un archivo en otro programa o en otra versión, que usualmente desajusta por completo un artículo. Esto no solo facilita la lectura y la portabilidad de estos textos, sino también su construcción misma para el propio autor/a y para las demás personas involucradas, ubicadas en distintos países, si pensamos en un proyecto hecho a varias manos. El uso democrático de esta herramienta es posible porque TEI es un lenguaje de código abierto, construido y apoyado por una comunidad de voluntarios en instituciones académicas de todo el mundo, que desde 1994 desarrollan las pautas para presentar y preservar textos.

TEI es un lenguaje “hijo” de las llamadas tecnologías XML (Extensible Markup Language), un lenguaje extremadamente estructurado para marcar y formatear archivos, utilizado para guardar, transmitir o reconstruir datos. Bajo “lenguaje de marcado” se entiende aquel lenguaje que marca o señala la estructura del texto. Algo que todos hacemos cuando escribimos una entrada en un blog, por ejemplo. Marcamos lo que es un título, un párrafo, una cita, una referencia bibliográfica, siguiendo un patrón para presentarlos y reconocerlos. La forma en que el programa lee e interpreta esos datos es mediante el uso de tags o etiquetas, unas marcas que empiezan con < y terminan con >. Existen tres tipos de etiquetas: etiqueta de inicio, <p> para el caso de un párrafo; etiqueta final </p>; etiqueta de elemento vacío, como <salto de línea />. Lo mismo ocurre para los <title>títulos</title> y las <div>divisiones y subcapítulos de un texto</div>. Las opciones de tags son amplias y se pueden adaptar a diferentes tipos de textos, como diccionarios, partituras musicales, manuscritos, poesía, etc.

De manera que para leer el texto que se muestra en la imagen de la derecha, con sus subdivisiones y pies de páginas, es necesario reescribirlo de una manera específica en TEI, como se ve en la imagen de la derecha.

Artículo del Diccionario DCH en la plataforma de búsquedas.

Podrán reconocer que el texto comienza con una etiqueta <body> para señalar el contenido del texto, y continúa con la primera división del texto, la introducción <div n=1> que se cerrará cuando termina la introducción, para abrir la siguiente división <div n=2>, y así sucesivamente.  Dentro de esta división tenemos la etiqueta <head>, que indica el subtítulo del texto. Así mismo pueden ver las etiquetas para párrafos y notas al pie de página, que han podido automatizarse, además de otros elementos importantes, como palabras que consideramos términos clave para el motor de búsqueda. Así por ejemplo, en la siguiente imagen vemos las tags  <name type=«place»>Filipinas</name> y tags relacionadas con términos como <term xml:lang=«es-ES»>injuria</term>. De manera que los usuarios podrían buscar todos los textos que mencionen Filipinas o hablen de injurias.

Así vamos adaptando el texto en TEI a las exigencias del proyecto, de manera que las bibliografías, las fuentes primarias y las referencias a pie de página pueden ahora ser enlazadas, por ejemplo, a la colección digital de fuentes de la Escuela de Salamanca, como se observa en las notas a pie de página a la derecha del texto.

Visualización de las notas al pie de página con los links a las fuentes primarias. Plataforma DCH en construcción.

Por el momento, estamos vinculando todas las referencias usadas en el Diccionario DCH a fuentes como: la Política Indiana y De Indiarium Iure de Juan de Solórzano Pereyra, el Manual de Confessores de Martín Azpilcueta, De procuranda Indorum salute de José de Acosta, Las Siete Partidas glosadas por Gregorio López, el Govierno Eclesiástico–Pacífico de Gaspar de Villarroel y el Cursus Juris Canonici, Hispani, et Indici de Murillo Velarde, disponibles en el portal de la Escuela de Salamanca y en el repositorio de recursos digitales Digital Libraries Connected (DLC). En esta fase del proceso, la vinculación a las fuentes primarias digitales presenta algunos retos y sorpresas.

La principal de ellas sucede cuando las voces publicadas del Diccionario han citado ediciones de una obra diferentes a las ediciones digitales que ahora tenemos disponibles y que estamos enlazando en los pies de página para la plataforma de búsquedas. En la mayoría de los casos, las citas son posibles de ubicar también en la versión digitalizada. Sin embargo, nos hemos venido topando con algunas disonancias entre las ediciones utilizadas que no corresponden simplemente a un error de citación: pueden tratarse de las erratas propias de cada edición, las versiones traducidas, sus cambios de formato o estructura, y más interesante aún, las variaciones mismas de contenido debido a procesos de actualización, revisión y censuras que la edición de una obra trae consigo.

Notas al pie de página que enlazan textos vivos

Dos ejemplos concretos sobre las variaciones de una misma obra a lo largo de sus ediciones son la Politica indiana de Juan Solórzano Pereyra y el De procuranda Indorum salute de José de Acosta. El trabajo de edición de las notas a pie de página de cada una de las primeras 80 voces del diccionario ha implicado revisar y comparar la edición usada por los colaboradores con la edición digitalizada que ahora queremos enlazar en la plataforma. Esto ha permitido detectar cuáles fueron los temas objeto de revisión, actualización o censura y en qué momento o edición se dieron estos cambios. Nos enfrentamos ahora a la necesidad de dejar registro de estos cambios detectados en las ediciones.

De la Política indiana contamos con 4 ediciones publicadas en: Madrid (1648), Amberes (1703), Madrid (Vol. 1: 1736, Vol. 2: 1739) y Madrid (1776). Cuando estábamos preparando los materiales para la escritura de las voces del Diccionario, la edición digital del proyecto de Salamanca (1648) no estaba aún disponible, por lo cual muchos artículos usaron la edición de 1776 (disponible en Google Books) o las que tuvieran a mano en sus universidades, como por ejemplo dos ediciones publicadas en 1972 y 1996. Al momento de vincular nuestros pies de páginas a la edición digital de 1648 empezamos a notar diferencias con las ediciones que se publicaron después de la muerte de Juan Solórzano Pereyra y hasta más de un siglo después. La Política Indiana, aquella obra fundamental para entender la cultura jurídica y las prerrogativas en Indias y que según Tau Anzoátegui (2001: 187) se “convirtió en principal obra fijadora del derecho indiano”, tenía en sí misma una serie de actualizaciones que no habríamos notado si hubiéramos usado solo la edición de 1648.

En 1730 Francisco Ramiro de Valenzuela obtuvo una licencia para imprimir unas “adiciones” sobre la Política Indiana que aparecerían en las ediciones de 1736 y 1739. En el prólogo de estas impresiones, Ramiro de Valenzuela, relator del Consejo de Indias y oidor de la Casa de Contratación de Cádiz, se dirigía “al lector cándido” para advertirle de las variaciones en las fuentes legales usadas por Solórzano Pereyra al componer su obra. ¿Qué transformaciones llegaría a experimentar el texto de la Política indiana entre la primera edición de 1648 y la de 1779?

Introducción a la Política indiana en la edición de 1648 digitalizada por el proyecto “La Escuela de Salamanca”.

Para la redacción de la Política indiana que se dio a la imprenta por primera vez en 1648, Solórzano había podido consultar los cuatro tomos de cédulas reales compiladas por Diego de Encinas y que abarcaban hasta el año 1596 y dos tomos de Sumarios o Rúbricas de las Leyes de la Recopilación. Al salir a la luz la Recopilación de las Leyes de los Reynos de Indias en 1680 estas fuentes quedaron obsoletas, por lo que Valenzuela se vio en la obligación de actualizar esas referencias con notas ilustrativas que indicaban qué ley se formó a partir de la cédula o si esta se dejó de recopilar. Además, el corrector fue incorporando la información referente a las materias tratadas por Solórzano, indicando esas transformaciones con dobles cruces o estrellas. Para facilitar la consulta de una “obra de sumo trabajo, importancia, y utilidad, no solo para los de las Provincias de las Indias, sino de las de España, y otras Naciones (de cualquier profesión que sean)”, decidió numerar los párrafos y añadir un sumario al comienzo de cada capítulo.

Marcas de actualización en la Política Indiana.

Por ejemplo, el capítulo XXVII del libro II trata de la jurisdicción y sucesión de los caciques o curacas de indios. Solórzano compara las prácticas de aplicación de leyes de sucesión en Nueva España y Perú haciendo numerosas referencias al “tomo 4 de las impresas” y otras cédulas más recientes (1594, 1601, 1602, 1603, 1619). Valenzuela, además de completarlas al margen con las leyes correspondientes del libro VI de la Recopilación intercala sus actualizaciones en el cuerpo del texto y añade al final del capítulo seis párrafos con informaciones, entre otros puntos, sobre el acceso de los mestizos al cacicazgo. Nótense las marcas de actualización (*) que Valenzuela ha dejado al usuario de la Política indiana.

En cambio, el ingenuo lector que consulta la edición de Lyon de 1670 o incluso la de Salamanca de 1589 del De procuranda Indorum salute de Acosta en busca del capítulo XXI del libro VI sobre los privilegios otorgados por la sede apostólica en los matrimonios de los indios, en vano hojeará la versión digitalizada, que titula ese capítulo “Quid agendum sit de conjugiis infidelium cum ad fidem Catholicam convertuuntur” (Qué hacer con los matrimonios de no cristianos que se convierten a la fe católica). La perplejidad la resuelve Luciano Pereña en su introducción: las múltiples censuras a las que se vio sometida esta obra hicieron que desaparecieran este capítulo y otros varios fragmentos (Pereña 1984: 21). Para recuperar el texto se puede acudir a la edición crítica de la obra de Acosta del Corpus Hispanorum de Pace, que decidió basar su texto en el manuscrito original de 1588 de Salamanca para mantener mayor cercanía con la realidad indiana que experimentó su autor.

Estos dos ejemplos nos muestran “textos vivos”: cambios que podemos rastrear en una misma obra a lo largo de las diferentes ediciones disponibles. Además, la escritura interactiva nos hace enfrentarnos a la necesidad de advertirle al nuevo “lector cándido digital” las variaciones y transformaciones que ocurrían en la producción normativa. El reto para las humanidades digitales es: ¿cómo hacer visibles los cambios en las ediciones con la transparencia y sencillez (candor, en latín) que un diccionario histórico debería ser capaz de evidenciar? Esperamos que el proceso de “reescritura” de los artículos del Diccionario para la plataforma digital continúe facilitando la detección de estos temas que cambiaron dentro de una misma obra, como parte activa de un derecho vivo, que se manifestaba en la transformación de las ediciones de la doctrina jurídica y que ahora podemos hacer visibles y accesibles.

El blog del proyecto DCH.

Referencias

Pereña Vicente, Luciano (1984), José de Acosta: proyecto de sociedad colonial, en: José de Acosta, De procuranda Indorum salute, Madrid: Consejo superior de investigaciones científicas, Corpus Hispanorum de pace, pp. 3-46.

Tau Anzoátegui, Víctor (2001), El poder de la costumbre: estudios sobre el Derecho Consuetudinario en América hispana hasta la Emancipación, Buenos Aires: Inst. de Investigaciones de Historia del Derecho.

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