Evidentemente, los primero tres meses del 2022 fueron bastante vertiginosos a nivel global, pues hemos vivido el rebrote del coronavirus y la reimplementación de las restricciones, como así también, el inicio de una nueva guerra que conmocionó al mundo. En ese marco realicé mi estancia en el instituto Max Planck para la Historia y Teoría del Derecho, donde consulté el fondo Doucet de su biblioteca. A continuación, relataré mi experiencia personal en dicho repositorio y en Alemania.
En Sudamérica decimos que es bueno empezar el año “bien arriba” (como sinónimo de buena energía); y, en mi caso, “empezar arriba” fue literal, pues, el avión con destino a Madrid, donde conectaría para ir a Frankfurt, partió desde Buenos Aires durante los últimos minutos del 2021, por lo que recibí el año nuevo a bordo y celebré viendo desde lo alto los fuegos artificiales de la ciudad ¡maravilloso! Ya de por sí haber tomado el vuelo fue toda una odisea: PCR, certificados de vacunación y las declaraciones juradas para las autoridades sanitarias de Argentina, España y Alemania. Tras pasar la noche en Barajas, finalmente llegué a Frankfurt, donde me instalé en un hotel hasta tener el resultado del nuevo testeo de COVID, requisito obligatorio para ingresar a la residencia del instituto y para saber si debía cumplir cuarentena. A todo esto, la primera sensación que tuve fue la extrañeza, pues todo era nuevo para mí, ya que era mi primera vez fuera de un país hispanoparlante, el día era completamente diferente (anochecía a las 16 horas) y la ciudad se presentaba, para mi asombro, muy cosmopolita. Afortunadamente, todo resultó bien y el 3 de enero empecé a trabajar.
Para los huéspedes existían dos posibilidades de consultar el material bibliográfico del instituto, por un lado, en las instalaciones de la biblioteca, y por otro, en las propias habitaciones de la residencia. Debido a las restricciones de aforo en el salón de lectura y el horario reducido, debíamos trabajar en el cuarto. Por supuesto, contábamos con un amplio escritorio, una computadora y una estantería, donde se podía guardar los libros que solicitábamos a través del catálogo y que eran depositados en un box personal. La ventaja de esta modalidad era la cantidad de bibliografía que podíamos solicitar en simultáneo, ya que el préstamo se renovaba de manera automática, como así también la libertad de que gozábamos para administrar el propio tiempo. Asimismo, en caso de que la bibliografía estuviese suministrada a otro usuario, se podía contactar a esa persona de manera directa a través del seudónimo que proporcionaba la misma biblioteca.
Ahora bien, ¿qué se puede encontrar en el fondo Doucet? Antes que nada, es preciso señalar que la colección pertenecía al reconocido historiador argentino Gastón Doucet, quien se interesó en el periodo colonial y desarrolló numerosos estudios genealógicos y de historia del derecho. Los libros que componen el fondo, en su gran mayoría, fueron editados con anterioridad al año 2010. Aunque el grueso de la colección está especializado en la historia del Tucumán y Río de la Plata, los ejemplares relativos a otros espacios de Iberoamérica son abundantes. En particular, yo estaba buscando obras relativas a la práctica de la justicia episcopal en la antigua diócesis del Tucumán entre los años 1704 y 1740. Afortunadamente, en el fondo Doucet pude consultar transcripciones de fuentes documentales sobre el obispado y obras relativas a la historia de Bolivia y el Perú, espacios que por entonces (en el siglo XVIII) estaban muy ligados al actual territorio argentino. Asimismo, pude complementar la pesquisa con las nuevas adquisiciones bibliográficas del instituto.
Durante el primer mes de la estancia la modalidad de trabajo y reunión era virtual, pero ya a mediados de febrero pude conocer y conversar personalmente con los investigadores del instituto, quienes me brindaron su orientación para la concreción de mi investigación. De igual modo, pude conocer a otros becarios del instituto con quienes pude intercambiar diálogo. En este sentido, a los futuros becarios Doucet, los animaría a entablar relaciones pronto con quienes trabajan en el instituto, pues si bien entre latinoamericanos existe cierto prejuicio de que los alemanes son personas distantes, puedo aseverar que son más bien amigables y generosos.
Más allá de estudiar, Frankfurt es un polo económico y cultural que vale la pena recorrer. Este invierno, el Städel Museum realizó una exhibición sobre las obras de Rembrandt y el museo histórico de la ciudad ofrecía una muestra sobre Frankfurt en la época nazi. También cerca de la ciudad se puede visitar otros museos como el Hessen Museum en Darmstadt donde se encuentra la pintura más conocida de la figura de Martín Lutero atribuida a Lucas Cranach. El carácter de Frankfurt como capital financiera del país atrae a personas de todas partes del mundo, lo que se puede apreciar en la oferta gastronómica disponible, en las librerías, como así también en lugares tan comunes como en los puestos de venta de diarios y revistas, donde se encuentra prensa en distintos idiomas proveniente de diferentes partes del mundo.
Ya Bloch subrayaba la relación del historiador y su presente. El debate que actualmente vive una parte de la sociedad alemana en torno al sínodo de 2019, y un posible cisma dentro de la iglesia católica local, es un fenómeno que no puede pasar desapercibido para quienes estamos interesados en la historia social de la Iglesia, ya que nos lleva a pensar nuevos interrogantes sobre cómo se construyó la autoridad del clero – en el caso de mi investigación, del episcopado – más allá de lo normativo, sino cómo se forjó en la práctica, y cómo ésta se fue transformando. De igual modo, los desplazamientos humanos no son un fenómeno que debamos ignorar.
La invasión de Rusia a Ucrania se dejó sentir de modo significativo en Alemania. En dos ocasiones, en Múnich y en Berlín, pude ver en primera persona el arribo de los refugiados que llegaban en tren al país. Como historiador y como docente, este fenómeno me llama a la reflexión sobre cuál es nuestra capacidad de agencia ante estos hechos para transformarlos y cómo debemos llevar adelante nuestra labor en el aula en un mundo que claramente se está polarizando. En definitiva, aunque la estancia se realizó en un contexto de restricciones y virtualidad, el trabajo con el fondo Doucet y con los colegas fue muy positivo. Quizás quedó pendiente contactar personalmente con otros miembros del instituto, pero más allá de eso, para mí indudablemente, enero fue el mejor mes para trabajar, pues el clima y las limitaciones a la circulación (por la aplicación de la regla 2G+), reducían cualquier tipo de distracción y permitían enfocarse solamente en aprovechar los recursos bibliográficos. ¿Recomendaciones? Aprender alemán básico para sacar mayor ventaja a la estancia y leer sobre la historia del país para dotar de mayor sentido a lo que se visita. En conclusión, ¿tiempos difíciles? Indudablemente. La estancia tuvo lugar en un tiempo de cambios acelerados que como historiadores nos llama a la reflexión más allá de nuestros objetos de estudios y desde diferentes ángulos.
Cite as: Chiliguay, Alejandro: Una estancia en tiempos ¿difíciles? El reporte de un becario “Doucet” 2022, legalhistoryinsights.com, 21.07.2022, https://doi.org/10.17176/20220721-152949-0